Bill Gates, el magnate de los negocios. Bill Gates, el gran emprendedor. Bill Gates, el filántropo. Bill Gates, el hombre que se hizo a sí mismo y llegó a lo más alto. Bill Gates, que en Microsoft tiene todo bajo control.
Todo el mundo quiere a Bill Gates. ¿Todo? ¡No! Una aldea global poblada por irreductibles resiste ahora y siempre a Microsoft, con una poción mágica que les hace invencibles: el cerebro.
Vamos a intentar un ejercicio de fe en la humanidad: pensemos que mucha gente entra en Twitter para soltar burradas, desahogarse del estrés diario y reírse con ingeniosas frases publicadas a modo de aforismos digitales. Digamos que otra gente entra en Facebook para conectarse – curioso uso del vocablo – y encontrar ese meme gamberro, esa cita de autoayuda o esa foto del cachorrete que ayude a superar el largo día.
Empaticemos con quien envía y recibe continuos mensajes de Whatsapp en un permanente monólogo a dos bandas que suple la comunicación humana. Entendamos a quien usa Google para saciar su curiosidad, en muchas ocasiones urgente, ya sea buscando un remedio natural para su prurito anal o los resultados de la Lotería Primitiva.
Recientemente se ha acuñado el acrónimo GAFA, para referirse a Google, Apple, Facebook y Amazon. Nosotras preferimos llamarlas “las compañías de PRISM”, esto es, las empresas que posibilitan la vigilancia masiva de gran parte de la población mundial para los programas de espionaje de numerosos gobiernos. Obviamente, es una situación que beneficia a ambas partes, pues estas compañías obtienen grandes beneficios mediante su modelo de recolección de datos personales.
Google, Apple, Facebook y Amazon son empresas, y como tales, buscan el beneficio empresarial, exigido por sus juntas de accionistas. Ahora bien, la cultura empresarial indica que si el beneficio se mantiene estable, es señal de estancamiento.
Año 2018. El Apocalipsis ha llegado. Una plaga de zombis se ha esparcido por la faz de la tierra. Caminan entre nosotros con sus pálidas caras. Puede que no coman cerebros humanos o sean portadores de un virus peligroso como los zombis de las pelis, pero sí tienen el paso lento, ensimismado y torpe de un no-muerto.
Vayas donde vayas, legiones de zombis invaden las calles, los andenes, los pasos de peatones, los parques, las aulas, las salas de espera, los bares, los autobuses, … Y los hay de todas las edades, inmersos en sus dispositivos móviles y con sus pulgares moviéndose frenéticamente escribiendo en alguna de las populares redes sociales o contestando wasaps. Cual jorobados de Notre Dame, adorando la pantallita luminosa.
Decir que, si un servicio en Internet es gratuito es porque somos el producto, (es decir, pagamos con datos) ya empieza a ser un hecho muy reconocido por muchas personas que tenemos cierta consciencia del rastro de datos que vamos dejando con cada una de las actividades que realizamos.
El ejemplo de los servicios gratuitos de Internet es el más habitual, pero probablemente no somos conscientes del número de veces a lo largo del día que entramos en contacto con una tecnología que produce datos en los que se reflejan nuestros actos. Ya sea a pie de calle, en casa, en el trabajo o en los espacios comerciales, la ciudad del siglo XXI es una ciudad bajo vigilancia.
Los términos “hacker” y “hacktivismo” son cada vez más frecuentes en los medios de comunicación de masas. Es evidente que la popularización de internet como herramienta multiuso, facilita la realización de una serie de actos que, pese a no ser nuevos en sus intenciones, sí presentan una forma novedosa de ejecutarse.
Es posible que el término “hacker” ya haya perdido buena parte de su significado original, al menos en lo que al público en general se refiere. Hackers eran – y son – las personas con la suficiente curiosidad y capacidad técnica para crear, transformar e incluso subvertir aplicaciones y protocolos de este gran entramado internaútico.
La censura es tan antigua como la comunicación misma. Se encuentran ejemplos de censura en toda la historia de la humanidad; y si en cualquier momento no se encuentran, es porque, simplemente, la historia está escrita por los vencedores.
La palabra “censura” trae a nuestra mente los gráficos “tijeretazos” a películas, periódicos o cualquier otro medio de expresión, y lo asociamos inmediatamente a los regímenes totalitarios muy lejanos. Sin embargo, nadie de se libra de esta práctica. Está claro que en países como China, Rusia, Irán o Turquía están haciendo méritos para convertirse en los estados con mayor capacidad censora: la imposición de usar nombres reales en las redes sociales, la prohibición del uso de herramientas de cifrado o la obligación de instalar una app espía del gobierno son tres buenos ejemplos de ello.
Prosigue el juicio contra Autodefensa Informática…
El juez de la Audiencia Nacional, Robustiano Nuncapasa Lamano toma la palabra…
JUEZ: Autodefensa Informática, han sido ustedes acusadas de exaltación del terrorismo, delitos de ofensa a los sentimientos religiosos, atentado a la autoridad, además de otros tantos delitos que aún no han sido tipificados, pero que seguro que han cometido. ¿Qué tienen que decir en su defensa?
AI: Pero… pero… si no hemos hecho nada malo!!
JUEZ: ¿Cómo que no? ¿Cómo que no? ¡¡¡SÉ LO QUE HICISTEIS EN LA SEGUNDA TEMPORADA!!! ¡¡¡Que suene el surf!!!
El juez de la Audiencia Nacional, Robustiano Nuncapasa Lamano toma la palabra…
JUEZ: Autodefensa Informática, han sido ustedes acusadas de exaltación del terrorismo, delitos de ofensa a los sentimientos religiosos, atentado a la autoridad, además de otros tantos delitos que aún no han sido tipificados, pero que seguro que han cometido. ¿Qué tienen que decir en su defensa?
AI: Pero… pero… si no hemos hecho nada malo!!
JUEZ: ¿Cómo que no? ¿Cómo que no? ¡¡¡SÉ LO QUE HICISTEIS EN LA PRIMERA TEMPORADA!!! ¡¡¡Que suene el calypso!!!
La neolengua hizo aparición en la novela “1984”, de George Orwell, y se basaba en la simplificación del idioma y su adaptación para evitar pensamientos contrarios al régimen. Hace años que venimos sufriendo la dicotomía “o eres demócrata o eres violento”, como si las personas pudieran ser binarias; y cada vez más los discursos políticos tienen un poder de imbecilización que, unido al continuo bombardeo por parte de los medios comerciales, hace que aceptemos como naturales frases de nuestros gobernantes como “la democracia es buena”, o “la culpa de todo la tienen los yihadistas”.
Como dice un popular meme que circula por internet, deberíamos sacar la novela de Orwell del apartado “ciencia ficción” e incluirla en el de “política internacional”. A cualquier persona con una mínima capacidad de observación, debería sonarle raro que, ante cualquier atentado terrorista, hace años que los mandatarios, sean del color político que sean, lo primero que hacen es culpar a internet y a las aplicaciones que ofrecen cifrado, por haber ayudado a “los terroristas”. No puede ser casualidad.
En la introducción a “El pequeño libro rojo del activista en la red”, de Marta Peirano, podemos leer el prólogo que Edward Snowden escribió para la ocasión. Snowden apunta que “Como profesionales, los periodistas tienen la responsabilidad de aplicar las mejores prácticas de seguridad antes de ponerse en contacto con un confidente por primera vez.
Dicho de otra manera: nadie espera que un paciente que entra en una consulta médica le tenga que recordar a su médico que se cambie los guantes. Un periodista hoy en día necesita poseer un conocimiento funcional de las técnicas para anonimizar y de las herramientas de cifrado. También deben aprender a usarlas de manera efectiva”.
Manolito acaba de nacer en un hospital cualquiera, y ya tiene más fotos que minutos de vida. Es sólo cuestión de días, minutos o segundos que todas esas fotos acaben en Facebook, Instagram o cualquier otra red social, subidas por su orgullosa familia.
A partir de ese momento, comienza otro milagro de la vida en paralelo: el nacimiento de un perfil personalizado de Manolito, creado por infalibles algoritmos, que seguirá el rastro de la persona recién nacida durante toda su vida. Y esto es algo que se percibe como natural, una simple extensión digital del álbum de fotos en papel que se solía hacer.
Son alrededor de 3.500, rondan los 40 años y tan solo un pequeño porcentaje son mujeres. Están presentes en 67 países. Ocupan trabajos de lo más variopinto y todas estas personas tienen algo en común, ¿adivináis qué es? Todas son agentes del Centro Nacional de Inteligencia español, el CNI, o “La Casa”, el nombre con toque mafioso con que se conoce al servicio de inteligencia de este país.
Dos mentes perversas están maquinando el programa especial del segundo aniversario de Autodefensa Informática. Si se atreven, pueden escucharlo próximamente en sus transistores y aparatejos modernos (de esos que carga el diablo…). Luego no digan que no les avisamos…
Hay más de mil quinientos millones de personas que usan Facebook a nivel mundial. En España, más de 20 millones. ¿A qué se debe este éxito abrumador? Seguramente a la necesidad fundamental de los seres humanos de socializarnos y relacionarnos con nuestros iguales.
Las personas, que con frecuencia nos sentimos incomunicadas, creamos el caldo de cultivo ideal para que un producto como Facebook tenga tanto éxito. Por mucho que Mark Zuckerberg insista en convencernos de lo contrario, Facebook no es una entidad creada para hacernos más felices. Facebook es una empresa, y como tal, su principal finalidad es conseguir beneficios económicos.
Imagina la siguiente situación: tu compañero o compañera te dice que tus ronquidos en la cama se están volviendo insoportables. Es algo que ya sabías, y por fin decides tomar medidas. ¿Qué es lo primero que haces? Está claro: buscar en Google “remedios para los ronquidos”.
A partir de ese momento, si no has tomado las precauciones adecuadas, tales como usar el navegador Tor, Google sabe que tienes un problema con tus ronquidos. Unamos esto a la búsqueda que hiciste hace un año cuando te salió ese eccema, o cuando hace dos años buscaste la mejor manera para dejar de fumar, o también cuando hace tres años te interesaste por ese picor tan persistente en tu zona genital.
No hace mucho, había quien decía que el correo electrónico estaba destinado a desaparecer. Esto se argumentaba porque a día de hoy, comentaban, con la mensajería de Facebook la comunicación escrita es mucho más rápida y cómoda.
No sabemos si se trataba de publicidad encubierta de Facebook pero, desde luego, la predicción ha resultado un tremendo fiasco.
En nuestro país, el sector laboral que trabaja en empresas tecnológicas o de consultoría es tan precario como tantos otros sectores. Las negociaciones de convenios a la baja, las reformas laborales y la falta de fuerza y unión de sus trabajadores y trabajadoras permite las reducciones salariales y la pérdida de derechos adquiridos.
Las omnipresentes subcontratas promueven la precariedad laboral, manteniendo a sus plantillas con un salario menor, peores condiciones laborales y la dificultad de atacar a las empresas matrices. Además, impiden que sus plantillas acumulen antigüedad y otros beneficios, como la conciliación familiar.
Las máquinas nos escuchan, y lo hacen cada vez más. La nevera, la lavadora, el lavaplatos, la videoconsola, el smartphone, la tv, la tablet, el reloj, el coche y las bombillas nos escuchan, e incluso lo hacen también nuestros juguetes sexuales y los no sexuales, como la Hello Barbie de Mattel o los peluches espías inventados por Google.
Los llamados “objetos inteligentes” registran todo lo que hacemos y envían esos datos a servidores remotos sobre los que no tenemos ningún control. Todo en pos de una mejor experiencia de usuario, nos dicen, pero lo cierto es que la cantidad de datos que se recolectan es un filón para muchas empresas. Y no sólo para las empresas…
Hay un dicho popular que describe nuestra hipocresía cuando pretendemos dar ejemplo con nuestras palabras, y sin embargo, nos contradecimos con nuestros actos: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.
Este mismo dicho, aplicado a políticos, empresarios y fuerzas policiales, cobra especial relevancia en estos tiempos de declaraciones altisonantes escritas por gabinetes de relaciones públicas, sociólogos y psicólogos para esos notables personajes.
Según cantaba el grupo Hechos contra el Decoro en una de sus canciones, “el comienzo de esta historia consistió en quitarle a palos al burro las zanahorias; desde entonces, cada vez que el burro quería comer, tenía que tirar del carro que lleva atado a él”.
Convertidos estos versos en una perversa y postmoderna metáfora, hemos adoptado los smartphones como las zanahorias digitales de hoy, y ya no nos ha quedado imaginación para más. Los palos siguen siendo palos, por muy metálicos y extensibles que sean. La gran diferencia con el burro es que hoy pagamos por esos palos, y el resultado final es que las zanahorias son transgénicas, con lo que no nos aportan prácticamente nada. En lo alto de la noria, las empresas que comercian con nuestros datos son las que finalmente se llevan las sustancias nutritivas… y monetarias.
A principios de junio, en Granada, se celebró la cuarta edición del “Talking about Twitter”, evento en el que se dieron cita un enorme número de políticos institucionales haciendo campaña electoral, community managers de programas del corazón que alardeaban del aumento de audiencias y responsables de comunicación de grandes empresas tecnológicas.
La gran cobertura que los medios comerciales dieron al evento hace que surjan las preguntas: ¿A qué viene tanto revuelo? ¿Por qué montar este sarao de famosetes año tras año? ¿Será que Twitter es gratis y tienen que obtener ingresos mediante este tipo de actos?
Desde hace unos años, nos venden la comodidad y la seguridad de “la nube” para guardar nuestros datos. Tenemos que creer en “la nube” igual que nuestros antepasados creían en Dios: una entidad superior, omnisciente, en la que confiamos indudablemente aunque no sepamos muy bien de qué se trata ni qué es lo que hace.
Tal y como nos advierten desde diferentes organizaciones defensoras de la privacidad, en realidad la nube no existe, son ordenadores de otras personas. Más concretamente, son granjas de servidores de diferentes empresas, que buscan lucrarse con nuestros datos, además de facilitar a las autoridades de turno un creciente control sobre nuestras vidas. Hablemos ahora de los principales psico-dioses de la nube:
En 2011, tres personas fueron detenidas en el estado español por orden del comisario de la Brigada de Investigación Tecnológica, Manuel Vázquez. Durante los días siguientes, la policía iniciaba un monólogo de humor involuntario, que se convirtió en una carrera sin fondo para intentar convencer a la ciudadanía de que habían capturado a los líderes de #anonymous España (lideres “funcionales”, eso sí).
Los portavoces de la policía, grandes conocedores del mundo de internet (con sus “ataques de denegación de auxilio” y su “cuatrochan”), se cubrieron de gloria… y es que, independientemente de la labor del Brigada y de que estos tres arrestados fueran culpables o inocentes, la policía hizo un ridículo tan vergonzante como internacional.
Glenn Greenwald, un periodista estadounidense que analiza y escribe sobre los archivos de Edward Snowden, nos explica en una de sus charlas por qué importa la privacidad.
Greenwald apunta al fenómeno de los vídeos de Youtube que muestran a personas realizando todo tipo de actividades pensando que nadie les observa, sólo para parar drásticamente dicha actividad al darse cuenta que son observados, y pasar a sentir vergüenza y humillación. ¿Por qué?
Bienvenidas y bienvenidos al especial primer aniversario de Autodefensa Informática.
Esta dosis mensual de privacidad y seguridad en la red trepana vuestros oídos gracias a nuestra Mamma, Radio Almaina, y a las radios libres amigas que nos retransmiten.
Agradecemos a todas aquellas personas humanas (y no humanas) que nos escucháis programa a programa!!
Agradecemos a las compañeras de Sangre Fucsia el haber venido a Granada para la creación de este colosal esperpento digital. Gracias también a la gente de Ágora Sol Radio por su apoyo, su humor y su amor.
Los Reyes Magos, esa trasnochada alegoría en la que cada vez menos gente cree, o Papá Noel, ese agente encubierto de la Coca-Cola, vuelven a colarse en nuestras casas otra vez, como los troyanos del consumismo que son.
En estos últimos años, estos personajillos nos salvan de las aburridas corbatas y los pestilentes perfumes ofreciéndonos regalos tecnológicos; siempre los más nuevos, siempre los mejores, siempre más.
Microsoft, uno de los gigantes de la informática, lanzó la primera versión de su sistema operativo Windows en 1985. Mediante una agresiva política comercial, Windows fue aumentando su cuota de mercado hasta convertirse en lo que es hoy, el sistema operativo empleado por más del 90 por ciento de los ordenadores personales a nivel mundial.
Para alcanzar tal éxito, Microsoft mantiene un acuerdo con los fabricantes de ordenadores, mediante el cual los equipos nuevos llevan preinstalado Windows, tanto en torres como en portátiles.
Según la Zombipedia, algunas tribus de indios no querían que les hicieran fotos por temor a perder su alma. A una media de 365 selfies por persona y año (366 si es bisiesto), hace mucho que nuestras almas vagan, quejumbrosas y con el dichoso palito en alto, por las catacumbas de los centros de datos.
Nuestras almas piden que no se acabe el giga de la conexión de datos del móvil.
Nuestras almas anhelan que el número de amigos de Facebook crezca hasta el infinito.
Nuestras almas suspiran por que nos contesten al último WhatsApp enviado hace menos de un minuto.
Un hecho curioso sobre la relación de las personas con la tecnología: el romanticismo y la imagen influyen mucho sobre su opinión. Si lo dudáis, preguntadle a cualquiera que tenga un Mac y que por ello imagina ser miembro de una minoría oprimida.
No sólo no nos ofenden las imágenes manufacturadas sino que nos gustan. Prácticamente insistimos en ello. Estamos ansiosos por ser cómplices de nuestro propio engaño: pagando por un sistema operativo que nos espía, por el pase a un parque temático o votando a un tipo que obviamente nos está mintiendo…
Facebook no es tu amigo. Su política de imponer el uso de nombres reales ya es una buena razón para que dejes de usarlo, pero hay cosas mucho más peligrosas: se ha autoproclamado el árbitro de la vida de las personas.
Facebook practica una censura férrea:
– Tiene un gran historial de bloqueo a páginas con enlaces a problemas políticos controvertidos.
– Bloquea páginas de anuncios de protestas sociales o páginas religiosas obedeciendo órdenes gubernamentales.
– Censura fotos basándose en criterios homófobos.
– Te manipula experimentando con tus emociones, filtrando lo que consideran positivo o negativo.
– Aplica el mismo tipo de censura que haya en el país donde esté para congraciarse con los gobernantes.
Intentemos imaginar por un momento el vértigo que produciría asomarse al abismo de la intimidad colectiva, a los archivos de la vida cotidiana que se conservan en los Centros de Datos de los proveedores de Internet, las operadoras telefónicas o las empresas de Silicon Valley.
Las montañas infinitas de fotos personales, el contenido de los mensajes de correo electrónico, nuestro historial de búsquedas, nuestros pagos con tarjeta de crédito, los registros de todas las llamadas telefónicas que realizamos, la relación de todas las veces que hemos pulsado «me gusta» en una página de Facebook…
En enero del 2013, Laura Poitras, documentalista y productora estadounidense, empezó a recibir correos anónimos y cifrados de un tal “Ciudadano Cuatro”.
El llamado “Ciudadano Cuatro” decía tener pruebas de los programas encubiertos de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos y de otras agencias de inteligencia de varios países.
En 1769, a Thomas Jefferson, presidente de Estados Unidos, se le escapó un esclavo llamado Sandy. Jefferson utilizó la mejor tecnología disponible en ese momento para encontrar a Sandy: un anuncio en el periódico.
Al comenzar el nuevo siglo las cosas cambiaron. Se puso en marcha una red secreta, la “Underground Railroad”, para ayudar a personas como Sandy. Con el tiempo, muchos esclavos fugitivos escaparían de la esclavitud en este “Ferrocarril Subterráneo”. Vivían en clandestinidad, usaban casas seguras y cartas codificadas para comunicarse.
Bienvenidas y bienvenidos a Autodefensa Informática, probablemente el programa de Radio Almaina que más expectación ha causado!! Eso sí, recordad que las expectativas suelen traer decepciones!!
¿Que de qué vamos a tratar en este espacio? No, no va a ser de cómo formatear por enésima vez tu windows, de cómo piratear tu xbox o de cómo tu iphone se come la batería en menos de un día.
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